Despierta, mira a su lado y ella aún yace ahí mirándolo en silencio.
Lo mira, pero no lo ve.
La siente estirarse tocando el respaldo con ambas manos y con los pies el fin del colchón. Se pasa las manos por sus ojos, siguen por su melena y termina entrelazando los dedos debajo de su nuca.
Estudia el cielo blanco y
estéril, suspira y bota los pies en el piso sedoso y
espectante.
Sabe que lo ha observado con detención au
scultándo respuestas silenciadas y finalmente se ha rendido. Sabe que ella
vacila, esta inquieta. Hoy no será fácil ... será uno de aquellos días de apatías y desánimo. Decide seguirla, tomarla por la cintura y acariciarla hasta encenderla y disipar la modorra.
La encuentra en la cocina contemplando la fruta con la tabla de picar en las manos. La
coge y envuelve hacía sí, ella se deja llevar con los brazos lacios,colgando.
Escucha una mosca, cada vez más cerca que se detiene posándose sobre el hombro de ella.
Silencio.