Symphony in blues ...

Starry, starry night.
Flaming flowers that brightly blaze,
Swirling clouds in violet haze,
Reflect in Vincent's eyes of china blue.
MacLean

Van Gogh

Van Gogh
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domingo, 23 de mayo de 2010

Paréntesis

Alma,
disculpe
la interrupción,
me concede un minuto
de su agitado tiempo?
Sé de su inquietud
de su furtiva vida.

Me inquieta
verla
haciendo para vivir.
No cree Ud.
más conveniente
vivir para hacer?

La veo
persiguiendo
un arco iris
en el jardín
de su vecino,
ha parado
a
observar
el arco iris
en su
jardín?

Alma,
mi intención
es alertarla
de quehaceres
inútiles para su espíritu
y poco leales del alma.

Tal vez,
si intenta
vivir para hacer,
viendo
el arco iris propio
y
se detiene
para alimentar
su espíritu
con quehaceres
propios del alma.

jueves, 13 de mayo de 2010

Cambio y fuera en 1er borrador


Cambio y fuera





- “Colibrí llamando a Gavilán, cambo y fuera”, bajo el micrófono y espero. La señal es buena, hay poca interferencias para ser un viernes por la noche.
- “ Aquí Gavilán, como aletea Colibrí esta noche, cambio y fuera”, escucho su respuesta desde el parlante al lado de mi cama. Escucho su respiración, esa respiración que antes me calmaba y ahora me angustia.
- “Colibrí aquí con alas pesadas y ojos nublados”, respondo con mi voz entre cortada., sofocando un sollozo, disimulando mi tristeza, cambio y fuera”, suelto el botón del micrófono y espero. Como siempre espero.
- “Colibrí, se te escucha mal, se te escucha entrecortada, revisa los niveles de la batería, cambio y fuera” me sugiere.
- “Gavilán, Colibrí toma vuelo, cambio y fuera”. Aprieto el switch, cuelgo el micrófono y salgo por la puerta sin echarle llave ni revisar si las ventanas están cerradas. No conecto la alarma, no miro atrás, no llevo mis llaves.

Un sueño, un suspiro, una promesa y toda mi vida pasa en cuestión de segundos por mi mente al encontrarme en la disyuntiva de dos caminos. Me rasco la cabeza, me pica la pera y recuerdo como bien lo decía Frost en su sobrevalorado poema sobre el camino no tomado. Miro y me veo en la mis disyuntiva, uno se ve transitado, probado y con miles de huellas proyectándose recto hasta perderse en el horizonte. El otro sendero se me presenta angosto, con maleza y pasto que revela un sendero poco probado e impredecible que rápidamente se pierde en el horizonte dejándome expectante con respecto a su curso. Medito, me sigo rascando con nerviosismo la pera y pienso en el ayer, en los senderos ya recorridos y opto por el menos transitado deseosa de adrenalina y nuevas experiencias que nutran mi espíritu y me devuelvan una sonrisa cada amanecer.

Hoy escuché que unas veteranas comentaban que es el día de la Virgén de Fátima por lo tanto se debía meditar sobre nuestras predicciones y de paso debíamos rezar un rosario. Me sonrió y pienso en mi rosario de cristal celeste que mi abuela me compró en el Vaticano haciendo lo estipulado, lo socialmente aprobado al regalarle un rosario a la preadolescente para que se transforme en mujer virtuosa. Recuerdo esos días de uniforme, esos día en que sí estas en el Vaticano, te compras un rosario. Al entrar a la Sixtina, te bendices con agua sagrada sin incomodarte porque Pedro, Juan y Diego la ha untado antes que tu y contaminado con sus manos. ¿Quién te asegura que se lavaron las manos después de ir al baño? Nadie! Y es así como te untas los dedos y pasas esa agua por la frente supuestamente acercándote un peldaño al cielo y de paso agregando una que otra bacteria a tu existencia. Me vuelvo a sonreír y pienso que en este momento de mi vida no sabría que hacer con un rosario y que lo más probable le daría un uso práctico. Tal vez lo usaría para atar unas cortinas o como adorno de árbol de navidad. Nos e me ocurre que otra cosa hacer con uno.

Vuelvo a mirar el sendero recorrido, y me imagino que el último en recorrerlo debe haber dado pasos cansados, pesados y monótonos al igual que su antecesor. No me imagino a mujeres por este sendero No me gusta pensar así … es como caer en la masa de los estereotipos. ¿Porqué no me imagino mujeres recorriéndolo? Espontáneamente se me viene la imagen de un peregrino, porqué? Sí me obligo a pensar en una peregrina definitivamente no podría ser mi vecina con sus tacos altos. Me imagino una gringa, con mochila, unos Merril, bandana rojo al cuello con una polera de spandex y algodón arremangada hasta los codos con miles de excursiones en sus suelas. De nuevo caigo en el estereotipo.

Sacudo mi cabeza, pero mi mente sigue atrapada. Pienso que si ella es realmente una trotamundos, no habría tomado el sendero del lo esperado, habría seguido el de la incertidumbre. Pensándolo bien, sí lo habría tomado ya que es gringa y hace lo políticamente correcto. Como buena gringa con su Lonely Planet, dispensador de agua y sunscreen factor 30, habría apostado a lo seguro. A lo que los comunicados de la U.S. Embassy informa a sus co-terráneos con sus informes que hablan en tono de supremacía sobre la seguridad y acontecimientos primitivos del país huésped si es un hispanoparlante. En estos países en que el Departamento de Estado piensa que los terroristas aun viven en las copas de los árboles y los compromisos no se concretan según lo estipulado sino que a fin con la naturaleza del ejecutante. “Latinos!” suspiran y tiran los brazos en alto con tono de resignación. Ellos terminan pecando con los estereotipos como yo. En fin falibles mortales igual que yo.

Me agacho, abrocho mis botines con doble nudo y miro desde el suelo el sendero que he decidido tomar. Veo una nueva perspectiva que me invita aún más a seguirlo. Es la perspectiva de la no-visión de lo que se avecina que reafirma mi determinación. Simplemente no veo, el pasto indómito me tapa. Mis pensamientos se ven interrumpidos por un murmullo rítmico que alcanzo a distinguir en la quietud de la nada. Es un murmullo envolvente y rítmico que me hace virar y dirigirme a su encuentro. Trepo una cerca, caigo en un pastizal amarillento que me llega hasta la cintura y dificulta el paso. Camino abriéndome paso entre matorrales y árboles hasta encontrarme en un claro ante un grupo que cantan y se retuercen en danza, saltando batiendo sus palmas al ritmo de panderetas, bombos y trompetas. Veo unas carpas erguidas detrás de ellos, camionetas y colores. Son gitanos. Vive la alegría , gritos y trompetas al más puro estilo del serbio-bosnio Goran Bregovic. No entiendo lo que cantan, sólo percibo desenfreno, catarsis y una espontaneidad que me desnuda.

Hago contacto visual con una gitana madura, regordeta con aretes que cuelgan de unos lóbulos alargados con la experiencia. Se mueve para un lado sobre sus nalgas y golpea el suelo invitándome a unirme al grupo. Siento como mis manos toman vida por si solas saludando al aire mientras deposito mi humanidad junto a esta mujer que me ha invita con una sonrisa frustrada al ocultar su dentadura. Me siento seducida por los colores y ese “bum-bum” que repiten una y otra vez al unísono. Sigo el ritmo sin entender lo que dicen, no me importa no entender ya que de poco me voy sintiendo una más de la congregación. Canto, me sacudo y pierdo entre ellos.

Parece que hubo un sendero, parece que tenía planes. Olvido el sendero poco recorrido y no pienso más en el ayer. Vivo este presente que me envuelve como un sueño de púrpuras y dorados sacándome suspiros y sonrisas de complicidad. Me entrego a un sentimiento de pertenencia entre estos desconocidos que me despojan de mi pasado. Bailo y me abrazo aleteando a mil como un colibrí suspendiéndome en el aire con naturalidad, volviendo a tocar tierra para luego darme una y otra vuelta de liberación sin claudicar mi independencia entre todos. Sonrío, sueño y suspiro en el aquí y ahora sin temor de los gavilanes al acecho disfrutando la dulzura y el néctar de la vida.