Symphony in blues ...

Starry, starry night.
Flaming flowers that brightly blaze,
Swirling clouds in violet haze,
Reflect in Vincent's eyes of china blue.
MacLean

Van Gogh

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lunes, 28 de septiembre de 2009

¿Sabrosa alcachofa o jugosa mandarina?

Supongo que la ayude. La he visto sobria y muy vivaz meneando su colita por la calle. Finalmente lo empacó y despachó. Le mandó dejar sus cosas en taxi y no lo he visto más por el barrio. El hombre con cara de lagartija y baba de caracol la ronda de día y noche arrastrándose por su paso. Ella esta radiante, se ha rejuvenecido con sus halagos y trucos baratos. No ve más allá de las apariencias. Pobrecita, muy inexperta para sus años. Sí, es ingenua. Va a pisar el palito. El la cazará igual que como a una mosca.

¿Me callo? ¿Me aguanto la mierda? Como me hierve. ¿La recojo nuevamente cuando termine con ella? Mi tristeza y monótona vida es parte del pasado, sólo vivo por ella y para ella. ¿Cómo no lo ve? ¿Cómo tan ingenua y ajena al egoísmo y monotemática catril masculina? Sí es un carajo! Frio, frio y no de fiar.

Bueno, en realidad ella ha sido mujer de un solo hombre. ¿Porqué el segundo debe ser ese imbécil cara de lagartija y baba de caracol? Recuerdo como no le importó la infidelidad y sí la descuadro haberlo visto haciéndolo ante un espejo. No sintió celos que la engañara, ni siquiera le importó que fuera con una más joven y abogada. Sí, sintió lo del espejo.

La conocí en el bar de Pepe hace un par de semanas. Una fria y oscura mañana de lluvia. Entre sorbo y sorbo en la oscuridad del día repetía una y otra vez lo del espejo. Se derrumbaba después del segundo copete y hablaba sin parar. Yo la acariciaba con mis ojos y escuchaba incansablemente.

- Siempre con las luces apagadas y ahora lo hace de día ante un espejo. ¿Por qué ante un espejo y de día? No lo entiendo.

Lo repetía una y otra vez. Parecía un disco rayado de una sola pista. Lo de por qué ante un espejo me lo decía una y otra vez. Se veía sorprendida. Totalmente descolocada. Simplemnte no entendía como pudo tener sexo de día y ante un espejo. Yo creo que nunca lo comprenderá.

Sorbo mi café, el tercero del día. La espero, no viene. ¿Por qué se ha retrasado? ¿No necesita comprar hoy? ¿Vendrá con su ajustado vestido rojo o sus apretados jeans? ¿Tendrá el pelo revoloteando al viento, igual que una quinceañera? Ay Pamela, dulce y tierna Pamela. ¿Por qué no me ves? ¿Por qué el segundo tiene que ser ese arrastrado baboso? ¿Por qué yo no?

Sí esta atrasada, ella siempre sale antes del medio día. ¿Será que no necesita huevos hoy? Hace más de una semana que no compra. Colocaré un cartel bajándole el precio a las alcachofas y las mandarinas. Le encantan. Fijo que pica con eso.

martes, 22 de septiembre de 2009

Niño que mama no llora!

Casa del Inca Garcilaso de la Vega o Museo Histórico
Regional en Cusco, Perú



(esquina Calles Garcilaso y Heladeros)

Gómez Suárez de Figueroa o el Inca Garcilaso de la Vega, uno más de los bastardos desparramados por los españoles durante su invasión de tierras y culturas en sudamérica, nació en Cusco (Perú), capital del Imperio Inca, el 12 de abril de 1539. Su padre fue el capitán Don Sebastián Garcilaso de la Vega, descendiente del marqués de Santillana o Jorge Manrique. Su madre fue la princesa inca Chimpu Ocllo, hija de Huayna Capac, bajo cuyo reinado alcanzó el imperio inca su máxima extensión.
“El Inca” recibió en Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él. A los veintiún años se trasladó a España, donde siguió la carrera militar. Al pasar de los años, muy probablemente dolido por la poca consideración que se le tenía en el ejército por su condición de mestizo, dejó las armas. Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y se volcó al estudio de la historia y en la lectura de los poetas clásicos y renacentistas.
Conocedor de la cultura española e incaica, publica La Florida del Inca en 1605. Elabora también las que se convertirían en sus obras capitales: Los Comentarios Reales (1609) e Historia General del Perú (1617), su obra póstuma.



Al recorrer las salas que albergaron la infancia del Inca Garcilaso, me tope con una obra de Mateo Pérez de Alesio (1547-1606) titulada Virgén de la Leche. Encontrarme ante un cuadro que representa la maternidad bañada por erotismo y sexualidad me sobrecogió y ha quedado plasmado en mi mente. El eroticismo de un seno y la pureza de una virgen simplemnte no caben en un mismso pensamiento para mi. El seno expuesto, tierno y maduro me conecta con mi sexualidad femenina y el niño en brazos pasa casi desapercibido para mi. Me parece una contradicción y audacia renacentista. Bien por el renacimiento!
Alesio, objetivo logrado, has conmovedido a esta espectadora!