Y ahora el regreso ...

He regresado de mi cabaña junto al lago a la sombra de un durazno
dónde he yacido día tras día bajo los aromos con
tímidas brisas acariciándome contemplando como
el ahora se transformaba en ayer.

He curtido la narrativa sollozando con el determinismo de un afgano
que me ha cautivado y sumergido en un mundo fijo sin esperanza;
cautiva y te traslada a una realidad tan ajena pero en ocasiones
cercana con valores universales que trascienden culturas y razas.

He nadado, remado y navegado las frías aguas del Panguipulli coronado por el oeste con el Choshuenco y por el nororiente con el Villarica y sus fumarolas;
las aguas del lago han alimentado mi espíritu y lavado mis preocupaciones
envigorizándome una vez más para encarar la realidad de la urbe y sus bemoles.

Sí, he descansado sin censura, vivido mi familia, amigos y lugareños
reviviendo el pasado y fortaleciendo el futuro con los míos que también
se han entregado a la apacible y contemplativa simpleza de la naturaleza
compartiendo horarios, experiencias, y risas que revelan.

He regresado de mi cabaña junto al lago, que hoy yace inerte
con los ecos de semanas de descanso, tertulias y festejos en sus tablas,
convencida que el ocio es vital y la vida puede ser simple,
añorando una vez más mi próximo peregrinaje a esa latitude.

He regresado.